Este singular artista, con semblante leviatán, fue bautizado como Ángel Caballero, y doy fe de que en su persona se dan ambas características, que desafían en la corta distancia el diseño de los trazos canallas que dibujan su rostro.
Esta antítesis de conceptos en una misma identidad es uno de los rasgos que definen a este pintor inquieto, rebelde, apasionado y fundamentalmente bueno, en su fondo, y en sus creaciones.