Natural de Aranda, este artista autodidacta trabaja obsesionado en los materiales que definen el invierno de su tierra natal. De ahí que dedique su tiempo –según sus propias palabras-, al alma, al hierro y a la piedra. Al alma, por el amor con que se entrega a su obra; al hierro, como elemento ancestral para entender la historia épica de Aragón y Castilla; y la piedra, en que finalmente se hace pétrea la piel de sus moradores.
Luis Arranz, sabe convertir, sin embargo, la granítica rugosidad del pedernal, en la seda con que viste algunas de sus obras.