A lo largo de los siglos fue común entre los grandes maestros de la pintura dejar para la posteridad bellísimos auto-retratos.
En nuestro mundo actual los artistas recurren a la modalidad fotográfica para dejar testimonio de su persona a la hora de acompañar las imágenes de sus obras en cualquier folleto, catálogo o páginas de prensa. A diferencia de otros países, los artistas españoles sólo son visibles a través de entrevistas periodísticas, en donde el fotógrafo es normalmente un “informador gráfico”, pero no un “retratista especializado”. Así, nos encontramos (tanto en catálogos y folletos, como en prensa) la obra artística junto a una imagen de su autor que dista mucho de poder reflejar la genialidad que inevitablemente transmiten esas personas vinculadas a una experiencia tan intensa como es “la creación”. Es en ese punto donde un adecuado tratamiento profesional puede permitirnos la confluencia plástica entre la imagen de un creador y las genuinas características de su obra (belleza, fuerza, seducción, alegría, tristeza, melancolía,…) o cualquier otro sentimiento presente en la extensa paleta de “los colores” humanos.